jueves, 3 de marzo de 2011

Hablemos

¿Por qué tenemos esa necesidad enfermiza de ser leídos? ¿De que alguien, sea quien sea, lea nuestros deseos, nuestras desgracias o alegrías y se entere de que existimos? Llego de una juerga y me siento como una mierda, y vengo pensando desde antes lo que publicaré en mi facebook, espero que el aludido comente, que alguno de mis amigos comente, que alguien se entere de que estoy sufriendo y cuando menos le de un poco de curiosidad, la suficiente para gastar unos segundos de su ciber-tiempo y me ponga aunque sea una pinche carita triste. No es que tenga algo interesante que decir. Es la misma pinche historia de siempre, en este momento soy una colegiala con los calzones hechos churro por un wey que no me pela, ¿así o más trillada la historia? Sin embargo, necesito, no sólo quiero, sino de verdad necesito que alguien, un extraño, un cercano, lo que sea, me diga no mames, no es para tanto, le pasa a más gente, ¿por qué esa pinche necesidad de pertenencia? Sí, estoy ebria, llego a mi casa de chelear y le doy tres tragos a la única botella disponible, que resulta ser brandy, para terminar de emborracharme, porque eso es lo que quiero, perderme. La cociencia que tanto valoré en mis años adolescentes me estorba como jamás imaginé que algo me estorbara. Sería tan agradable ser un borrego más, comentando las estupideces con las que los medios masivos de comunicación nos alimentan, chillando con la señorita laura o quemándome el final de una puta telenovela, pero no, hace años escogí tener una conciencia y no dejarme arrastrar al sistema, la verdad, o al menos, una especie de conciencia, sólo me han traído dolores de cabeza. En este momento el brandy hace efecto y la cabeza me da demasiadas vueltas como para seguir escribiendo. Sólo espero que alguien en el basto ciberespacio me lea. Para saber que existo, sólo eso.

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