viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Te acuerdas de entonces? Me dijiste lo malo es que ya no podré probar tus mieles. Y yo dije si fueran otras las circunstancias… pero eso no te interesaba, ¿verdad? Ni siquiera entonces. Ahora es igual, o tal vez mucho peor. Me estás lastimando. Justo ahora. Compromiso, compromiso, compromiso. No me interesa el compromiso, si supiera que tengo más que tu sexo el compromiso sobra. No me importa compartirte, pero no puedo regalar de lo que no es mío. Te odio. No es la primera vez que lo digo. Ni la primera vez que lo siento.

domingo, 22 de agosto de 2010

Gloomy sunday





Sunday is gloomy,
My hours are slumberless
Dearest the shadows
I live with are numberless
Little white flowers
Will never awaken you
Not where the black coaches
Of sorrow has taken you
Angels have no thoughts
Of ever returning you
Wouldn't they be angry
If I thought of joining you?
Gloomy Sunday
Gloomy is sunday,
With shadows I spend it all
My heart and I
Have decided to end it all
Soon there'll be candles
And prayers that are said I know
But let them not weep
Let them know that I'm glad to go
Death is no dream
For in death I'm caressin' you
With the last breath of my soul
I'll be blessin' you
Gloomy Sunday
Dreaming, I was only dreaming
I wake and I find you asleep
In the deep of my heart here
Darling I hope
That my dream never haunted you
My heart is tellin' you
How much I wanted you
Gloomy Sunday

miércoles, 18 de agosto de 2010

Tertulia


Esta noche ha habido tertulia en casa de María. Hemos bebido, hemos hablado, hemos leído poesía erótica. Todo en esta vida gira alrededor del sexo. Sagrado orgasmo, estremecerse de placer, tocar, besar, morder, arañar, joder. Rescato esta primera lectura de Kattia Chico, y me remite a la segunda, de Mario Benedetti. Y es que encuentro fascinante la desnudez femenina, incitante, picante, tentadora, deseable y de la misma manera aunque no en la misma medida un hombre desnudo inspira, a veces…
Un hombre desnudo es un paisaje bienvenido
(Kattia Chico)

Los hombres desnudos son criaturas de flama,
erizos que de súbito girar prenden el aire
con voces de su luz cutánea y ágil.
Son hologramas del sueño,
generosos abrevaderos,
escarchas que se quedan en las manos.

Los hombres desnudos son medicinales,
antidepresivos, analgésicos;
y buenos argumentos en contra del suicidio
o para cuestionarse la Ley de gravedad.
Por sus virtudes ígneas
imprimen a las sábanas su firma corporal
(como en Turín, pregúntenle a Magdala).
Son dulces y angulosos, son archivos históricos,
alfabetos en célula, cisnes de cuello impune,
casas donde vivir;
criminales absueltos.

De la transparencia de su almizcle
podría vivir,
y de la sangre clara de sus verbos.
Que nadie se ofenda si digo que son buenas camas,
que no hay almohadas sin su vientre,
que soy toda una víctima del terciopelo,
porque un hombre desnudo es como un libro.
Gusto palpar su lomo,
examinar al azar su piel de página
letra por beso, abrazo por palabra,
y respirarlo como si fuera hecho de oxígeno.
Es una dicha estética,
una inevitable filmación de la pupila,
también una copa de nostalgias previas.
Y sus dedos, sus dedos,
un incienso que nunca se consume.

Hermosos son los hombres si desnudos,
si visibles, cuando la oscuridad.
Por sus lunares nacen nuevas mitologías
y les ocasionan nombre a las estrellas.
Hermosos si caminan, si están quietos,
más aún si dormidos;
para mirarte mejor,
querido lienzo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
(Mario Benedetti)
Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

lunes, 16 de agosto de 2010

Lluvia

Me encanta la lluvia y la noche nublada. Ese cielo rojo que se cae. Hoy es un día como cualquier otro. Triste. Triste como sólo mis días son tristes. Qué pesada carga. Vivir. Percatarse de existir. Siempre esa sombra de conciencia flotando sobre mi cabeza. ¿Que me dejo ir dice ella? ¿Que vivo para el momento? ¿Que no veo más allá? ¿Qué sentido tiene?, quise contestar. Pero tal como ha dicho, no me conoce. No habría tenido sentido alguno contestar con esa pregunta. No existo aquí. Ahora suenan, esas palabras que se me han grabado. Make the sadness go away, come back another day (Iced earth, Melancholy). No sé exactamente a quién le pido que vuelva. No son muchos los que han dejado en mi anhelo de continuidad. Qué pesada carga. Un corazón que de hecho late, que siente. Creí esas otras palabras que repetí sin cesar en mi cabeza. There’s a hole in my chest where my heart used to be, if you’re looking for emptiness I am what you need (Tristania, Bird). ¿Puede crecer un nuevo corazón donde solo quedaba una masa informe y ennegrecida entre cenizas ácidas? Al parecer. Como las extremidades de los lagartos. Un híbrido. Tal vez esa sea la explicación. Partes de mí son de otros. Desearía que se me dejara tranquila. Si no me conocen es porque no he deseado ser conocida por ellas. Ir a lo profundo de la soledad para conocerme yo. Cada día es más difícil estar en este mundo, con toda esa gente. Cada día soporto menos la sola idea del contacto con mis “semejantes”. La claustrofobia crece. El humo de muchos cigarrillos me envuelve. Moriré de cáncer. O tal vez no, no estoy segura de poseer la paciencia necesaria para morir esa muerte lenta, o para esperarla siquiera. Mis alas. Necesito volar. Las volutas de humo deberían diluir mi ser y llevarlo lejos. Pero me despierto siempre / y siempre quiero estar muerto / para seguir con mi boca / enredada en tus cabellos. (Ramón Sampedro, Mar adentro)

miércoles, 28 de julio de 2010

El corazón delator

No estoy hecha para este tipo de cosas. Un músculo atrofiado, renegrido y quemado, duro como el cuero mojado, un carbón entre cenizas. El pecho ligero y las manos sin heridas, libre de todo. Ahora se ha empeñado en latir de nuevo y me hace un daño terrible. ¿Cómo lo detengo?

jueves, 22 de julio de 2010

Drama virtual


Esto no es bueno. Y mi navaja desaparecida. Caricias filosas. Ternuras con sangre. Cariños de acero inoxidable. Eso es lo que necesito en este momento. 
-¿Alguna vez has llorado nada más porque sí? -Sí. 
Pero no por mí.

martes, 4 de mayo de 2010

los otros son el espejo de mi fealdad, el reflejo del odio que me tengo. el destino de la humanidad es miserable porque el ser humano es miserable.

martes, 20 de abril de 2010

Nada

Porque a veces la vida me trae sorpresas agradables por la mañana...

miércoles, 17 de febrero de 2010

Irreal...

Hacía tanto que lo buscaba, merci beaucoup, monsieur Château! 


viernes, 12 de febrero de 2010

Entremés

Conquistador de cabello crespo...
                                           
Que cosa más sencilla. Te subes al auto sin idea alguna de lo que te espera a una cuadra. Ahí está, y aunque sólo lo ves un instante el tiempo se dobla como lo hace siempre que lo vislumbras, aunque sólo sea con el pensamiento. Sabes que no hay nada que puedas hacer. Te verás retroceder y caer en ese remolino de recuerdos y lágrimas y culpas y arrepentimientos y diversos hubieras. Hace apenas unos días le dijiste a alguien Maldita la hora. En que lo conocí, en que lo deseé, en que me enojé, en que lo dejé. Maldita la hora en que lo vi. Maldita la hora en que lo quise. Maldita sea esta hora en que sientes como se desgarran las entrañas y el pulso acelerado te indica que el corazón está a punto de salírsete del pecho. Como siempre que lo ves. Aunque sean años los que han pasado. Y de pronto creer en el destino no es tan descabellado y quieres creer que hay una conjunción de astros y que las estrellas han decidido que el mundo dará todas las vueltas necesarias porque lo que has sentido en el pecho es sin duda alguna la explosión de una galaxia y lo que lleva cuatro años ahogándote  es el polvo cósmico del inefable destino que va a hacer que sus caminos vuelvan a cruzarse. Lo llamas con el pensamiento.
Búscame, encuéntrame, piénsame que siento que no existo.
                                                                                                                                                                                                                                                   

sábado, 30 de enero de 2010

Pa'


Pa mi pá' de su já', con los ojitos mojaditos. 
Son ya, y apenas, seis años. Los recuerdos de cuando estaba se tiñen del dolor de su ausencia, duele haberlo conocido porque lo perdimos. En contraposición a veces lo recuerdo en cosas que pasaron cuando él ya no estaba. Entonces tengo que recordarme que cuando eso pasó él ya estaba muerto… sin embargo resulta tan lógico y real que él estuviera en ese momento en particular que dudo de la cronología. Después de todo, el tiempo se dobla y desdobla siguiendo leyes que me son por completo incomprensibles, de modo que no sería extraño encontrarlo el día de mi funeral en vez de recordarme yo en el suyo. No sólo por ser su aniversario luctuoso revivo el día en que se me apagó la luz. De hecho hago ese ejercicio con cierta frecuencia. Puede que sea desatado por caminar en la cuadra d abajo, por escuchar el teléfono al ir abriendo la puerta, encontrar viejos conocidos que son nuevos extraños o, muy de vez en cuando, ver a su hijo que nunca me buscó como había prometido. Quise verlos. Hablarles de él. Que conocieran por mi boca al hombre que no pudieron llamar papá. Bueno, querer las cosas no es lograrlas por más que digan y repitan por ahí eso de que querer es poder. Yo pensé cuando me contó un amigo “es que mi papá murió siendo yo muy niño” que si “eso” (sin nombre siquiera) llegara a pasarme, enloquecería. Ingenua. En realidad era un deseo, no enloquecí. Caminé a través de ese dolor perfectamente cuerda y consciente de que jamás de los jamases volvería a verle, oírle, abrazarle o sentirle a mi lado, apoyándome y queriéndome, siendo el niño grande que lo hacía ser un gran hombre. Uno no cree que sea posible, pero los recuerdos si se deslizan poco a poco. A veces me cuesta trabajo oír su voz. En mi cabeza claro. Su rostro no es problema, el montón de fotografías por doquier me lo recuerdan a cada rato, además, si quiero verlo vivo, no tengo más que acercarme a un espejo y reacomodar las cejas. Al verme lo veo. Sólo que él era mucho más apuesto. Con frecuencia pienso en mi vida con él. Es decir, cómo sería mi vida si él no hubiera muerto (dale con el hubiera, pero es que el ocio me orilla a muchos vicios, no es éste el mayor de ellos). Me veo sin tatuajes, sin esas heridas, sin esos recuerdos. Y sin esa experiencia. Hubiésemos peleado mucho. Pero las lágrimas hubieran sido más sanas y los rencores pasajeros, contra el mundo y no contra mí. Su voz me habría guiado. Su mano firme me habría regresado al camino. Su presencia hubiera frenado mi locura (o será más bien, mi loquera). Él era el freno que me mantenía en un molde. Tal vez era eso. Me hubiera muerto yo. Es decir que respiraría y haría todas las cosas bonitas que se supone que habría que hacer. Pero sería un zombie. Ah… pero sería un zombie feliz. Un zombie con padre. Un zombie con sol. Un zombie dichosamente zombie. No es así. Al final habría comprendido que las cosas son como son y que Sooonia tenía que ser como  Pachamama quería que fuese. Después de todo, mi padre fue el hombre más grandioso que he conocido, y sé que me quería.

jueves, 28 de enero de 2010

Luna

Llegué a conocer cada centímetro de tu piel de leche y terciopelo, tus labios dulces y tu cuello acaramelado, tu cabello nubarrones y el sabor salado de tu sangre, cargado de tu sensualidad: esencia. Te he recorrido toda, primero con mis ojos ciegos, más tarde con mis manos torpes,  mi boca sedienta. Llegué a adorarte cual deidad antigua, tus pisadas diminutas y tus pechos erguidos, tu voz de azúcar y arroz, tu paso ligero, caderas de arena, perfectamente incompleta, dulcemente salvaje... fuiste para mí bálsamo que hiere y pasión insatisfecha, me llenaste de vacío y me diste ilusión en espejismos, la luz de tus ojos sombra atrajo mi locura: por siempre lunática, enamorada para siempre de la luna.

lunes, 25 de enero de 2010


viernes, 22 de enero de 2010

Un vieux poème fait nouveau

Cendres

Avec l’infime morceau brûlé par le feu qui reste de mon cœur endurci et noiré fait miettes je t’adore. Tu occupes tout dans moi qui pourrais être pur et beau avec une douleur ci profond comme éphémère la vie : tout que restait, mon poitrine geindre que j’ai besoin de toi ici et que tu ne va pas être rien plus. Va pour toi cette coupe du sang, mon amour, mon amant, ma victime.