lunes, 16 de agosto de 2010

Lluvia

Me encanta la lluvia y la noche nublada. Ese cielo rojo que se cae. Hoy es un día como cualquier otro. Triste. Triste como sólo mis días son tristes. Qué pesada carga. Vivir. Percatarse de existir. Siempre esa sombra de conciencia flotando sobre mi cabeza. ¿Que me dejo ir dice ella? ¿Que vivo para el momento? ¿Que no veo más allá? ¿Qué sentido tiene?, quise contestar. Pero tal como ha dicho, no me conoce. No habría tenido sentido alguno contestar con esa pregunta. No existo aquí. Ahora suenan, esas palabras que se me han grabado. Make the sadness go away, come back another day (Iced earth, Melancholy). No sé exactamente a quién le pido que vuelva. No son muchos los que han dejado en mi anhelo de continuidad. Qué pesada carga. Un corazón que de hecho late, que siente. Creí esas otras palabras que repetí sin cesar en mi cabeza. There’s a hole in my chest where my heart used to be, if you’re looking for emptiness I am what you need (Tristania, Bird). ¿Puede crecer un nuevo corazón donde solo quedaba una masa informe y ennegrecida entre cenizas ácidas? Al parecer. Como las extremidades de los lagartos. Un híbrido. Tal vez esa sea la explicación. Partes de mí son de otros. Desearía que se me dejara tranquila. Si no me conocen es porque no he deseado ser conocida por ellas. Ir a lo profundo de la soledad para conocerme yo. Cada día es más difícil estar en este mundo, con toda esa gente. Cada día soporto menos la sola idea del contacto con mis “semejantes”. La claustrofobia crece. El humo de muchos cigarrillos me envuelve. Moriré de cáncer. O tal vez no, no estoy segura de poseer la paciencia necesaria para morir esa muerte lenta, o para esperarla siquiera. Mis alas. Necesito volar. Las volutas de humo deberían diluir mi ser y llevarlo lejos. Pero me despierto siempre / y siempre quiero estar muerto / para seguir con mi boca / enredada en tus cabellos. (Ramón Sampedro, Mar adentro)

No hay comentarios:

Publicar un comentario